Chema Gómez Hontoria
Al llegar alEscorial olía a chocolate mucho antes de bajarse del tren. Unos niños anunciaban a gritos en la estación los productos de la Fábrica de Matías López. Era Agosto del 1898 y los periodistas llegaban con la intención de escribir algo sobre el veraneo en el Escorial. Montados en un coche jardinera subieron la pronunciada cuesta que separa la estación de San Lorenzo De El Escorial, en veinte minutos estaban en la calle Floridablanca, en la cual centenares de veraneantes comentan las noticias de día y aguardan con impaciencia la llegada de los coches que conducen a deudos y amigos y la correspondencia de Madrid con los periódicos de la mañana.
Los periodistas, acompañados de algún amigo y algún fraile, visitan el monasterio. Allí, asombrados por su grandiosidad, comentan las últimas noticias que llegan de Filipinas.
Al salir del monasterio, se encuentran con José González “el notable actor dramático” que se encontraba haciendo una brillante campaña en el teatro escurialense. Julia Cirera es la primera actriz de la compañía y una y otro obtienen merecidas ovaciones todas las noches interpretando magistralmente un repertorio clásico de Ventura de la Vega, Tamayo, etc.
Por la tarde, junto con el actor, los periodistas realizan una excursión a la fuente de la teja, lugar frecuentado por la colonia veraniega. Desde allí se acercan hasta la cruz del niño Pedrín, que aún anda presente su recuerdo, y comentan con el actor y otros acompañantes el macabro suceso.
Sentados en una terraza en una de las villas escurialensesse hace un repaso, una lista cabría decir, de las numerosas personas ilustres que tienen la costumbre de veranear en el Real sitio. Algunos faltan este año, pero son suplidos por otros de similar categoría.
Al caer la tarde los sitios preferidos para pasear además de la mencionada fuente de la teja, son el jardín de los frailes o el paseo de los pinos. Las conversaciones entretienen la tarde hasta la llegada de la noche, se hala de amoríos, de las funciones del teatro, de las noticias, e incluso se organiza alguna excursión para el día siguiente.
Uno de los lugares favoritos para ir de excursión es la silla de Felipe II, hasta allí llegaban los veraneantes montados en borriquillos y se deleitaban con sus vistas y su aire puro. Una hora tardaron nuestros periodistas en llegar hasta la silla. Allí hicieron unas fotos que publicarían junto a este reportaje.
Al llegar a la estación de El Escorial los niños seguían anunciando los productos de Matías López y el tren volvía a Madrid lleno de Veraneantes que habían disfrutado de unos días de descanso en El Escorial