EL TRANVÍA QUE NUNCA LLEGÓ

Nacho G. Hontoria

A menudo nos encontramos por las calles de nuestro pueblo o ciudad con vestigios del pasado que no sabemos muy bien dónde ubicar ni qué utilidad darle. Es más, muchas veces nos preguntamos “¿Qué es esto?”. Por ejemplo, en determinadas ciudades nos damos de bruces con unos huequecitos en el suelo que no sirven para nada excepto cuando llegan los encierros y se colocan ahí las protecciones.

Esta misma situación de desconocimiento ocurre en San Lorenzo de El Escorial cuando, al subir por la calle de Leandro Rubio, podemos ver unas vías tendidas en el suelo e incrustadas en el asfalto o en los adoquines que pavimentan gran parte del pueblo. Estos raíles, que han subsistido al paso del tiempo y de las reformas de las calles, formaron parte de un ambicioso proyecto que, si estuviera planificado actualmente, los grupos ecologistas y gran parte de la población hubiéramos montado en cólera.

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Corrían finales de los años 20 cuando el alcalde, Félix Robles, planeó un ambicioso proyecto de edificación en la ladera oeste del Monte Abantos y sus aledaños. Para ello, según relata el historiador Gabriel Sabau, “entró en contacto con el Real Patrimonio y sus acertadas gestiones, apoyadas incluso por el propio monarca Alfonso XIII, que se venía interesando personalmente por los proyectos turísticos del Escorial, cristalizaron en un acuerdo de permuta de terrenos que, cuando al fin se realizó, permitió una primera acción urbanizadora en el proyectado barrio”. Sin embargo, la guinda del pastel de este proyecto era la edificación de un gran casino con una sala de teatro para 1000 personas; y un hotel en el Cerro de las Damas con 150 habitaciones de lujo, salones de fiestas, terrazas, así como de un restaurante en lo más alto del monte Abantos (1753 metros). Para llegar hasta ahí, salió a concurso la concesión de las obras y explotación de un tranvía que llevara a los interesados desde la estación de tren de El Escorial hasta la fuente de La Teja, en San Lorenzo de El Escorial, y, desde ahí, coger un funicular hasta el pico del monte Abantos. “Los trabajos comenzaron con entusiasmo, pero seguramente por haberse adelantado el amplio proyecto a las disponibilidades de la época, la sociedad cayó en quiebra y los sueños de momento se esfumaron” cuenta Sabau en “Historia de San Lorenzo de El Escorial”. No obstante, los tres tranvías que iban a cubrir el trayecto, fueron encargados y fabricados por la empresa zaragozana “Carde y Escoriaza”, pero, al quebrar la sociedad, tuvieron que quedarse en los talleres de la fábrica y ser vendidos más tarde a Tranvías de Zaragoza.

A pesar de que el proyecto de Félix Robles no se culminara globalmente, sí que lo fueron haciendo piezas del mismo. Por ejemplo, se construy

eron los barrios de Abantos y de El Romeral en los terrenos que había cedido Patrimonio Nacional. También se construyó un hotel en la subida al monte Abantos: el Felipe II, que otorgó gran prestigio a la localidad serrana y que aún sigue en funcionamiento en nuestros días.

De esta manera, se quedaron “compuestos y sin casino” los metros de raíles que subsisten hoy en día gracias al afán de conservación del Ayuntamiento; siendo testigos de más de 80 años de nuestra Historia.pastedGraphic_1.png

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